Retraso Mental


" EXCEPCIONALMENTE "



Retraso Mental Infantil: Clasificación y Evaluación



Jhonathan Peñalva Castillo
Estudiante Psicologia Humana
Tacna,Peru
rino_castillo@hotmail.com




ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA HUMANA










INTRODUCCIÓN






A través de la historia de la humanidad, el retraso mental ha sido la causa más frecuente de limitación funcional en la población infantil; así también abarca un amplio grupo de pacientes cuyas limitaciones en la personalidad se deben, esencialmente, a que su capacidad intelectual no se desarrolla lo suficiente para hacer frente a las necesidades del ambiente y poder, así, establecer una existencia social independiente.

El retardo mental es un trastorno que produce un notable impacto en la vida de un individuo, su familia y la sociedad.
La adaptación al ambiente está siempre afectada, pero en entorno social protegido, con el adecuado apoyo, puede no ser significativo.

Puede acompañarse el retardo mental de cualquier otro trastorno somático o mental. De hecho, los pacientes afectados de un retardo mental pueden padecer todo el espectro de trastornos mentales, siendo la prevalencia de éstos al menos tres o cuatro veces mayor que en la población general.
Es importante remarcar, además, que los retrasados mentales tienen mayor riesgo de sufrir explotación abuso físico y sexual.


La esencia de este retardo mental es el Déficit intelectual pero hay que tener en cuenta que la inteligencia no es una cualidad concreta que afecta solo a los puramente intelectual o cognitivo sino que influyen en toda la personalidad del individuo y a su vez, estará afectada en el Retardo Mental.











           SUMARIO





Definiciones

1.    Clasificación del Retardo Mental:
              Retraso mental leve
              Retraso Mental Moderado
       Retraso Mental Grave
       Retraso Mental Profundo

2.    Evaluación del Retardo Mental
       Evaluación de la inteligencia
       Evaluación de las habilidades de adaptación
       Evaluación Ecológico Comporta mental
      c.1 FASE 1: Evaluación
      c.2 FASE 2: Desarrollo de un currículo funcional
      c.3 FASE 3: Análisis de la conducta
      c.4 FASE 4: Evaluación Psicológica – Emocional 

3  La evaluación del retraso mental según la AAMR
       El enfoque multidimensional
        Las cuatro dimensiones de la evaluación
                 Dimensión I. Funcionamiento intelectual y habilidades adaptativas
                Dimensión II. Consideraciones psicológicas y emocionales
                Dimensión III. Consideraciones físicas, de salud y etiológicas
                Dimensión IV. Consideraciones ambientales




 

 

RETARDO MENTAL:


 

1. DEFINICIONES:


La definición de retardo mental ha experimentado numerosos cambios en los últimos 40 años, tanto en su terminología y los puntos de corte basados en el coeficiente intelectual. (CI) como en la funcion del  comportamiento adoptivo como criterio diagnostico. Cada cambio es reflejo del esfuerzo realizado por parte de diferentes disciplinas para mejorar la comprensión de la condición del retardo mental.
 El concepto de retraso mental ha estado tradicionalmente asociado al de déficit intelectual o cognitivo, habitualmente expresado en términos de coeficiente intelectual.
La Definición más comúnmente admitida es la propuesta por AAMR "Retraso Mental significa un funcionamiento intelectual general notablemente inferior al promedio, que se presenta junto con déficit en el comportamiento adaptativo y que se manifiesta durante el periodo de desarrollo"

 

2. CLASIFICACIÓN DEL RETARDO MENTAL:

 

Aunque la inteligencia es un concepto abstracto siempre ha habido un interés en obtener pruebas fiables y con validez suficiente para medirla. No entraremos aquí en un debate sobre los diferentes tipos de inteligencia o si esta es una capacidad única o se descompone de muchos factores independientes. Lo cierto es que, actualmente, son de uso común para evaluar la Inteligencia aquellas pruebas que nos proporcionan un valor de Cociente Intelectual (C.I.).
El C.I se ha calculado en base a dividir la Edad Mental y la Edad Cronológica multiplicando su resultado por 100. A partir de aquí se establece el punto medio en un resultado igual 100.
Hoy en día son las pruebas estandarizadas, con los baremos correspondientes y con todas las garantías psicométricas, las que establecen el valor del C.I. En especial las pruebas Weschler (WISC) en sus diferentes formatos, son idóneas para efectuar la evaluación de la Inteligencia. En base a estos resultados, los sistemas clasificatorios (DSM-IV y CIE-10) han establecido los diferentes puntos de corte para clasificar la presencia y/o magnitud del R.M., quedando establecidos los siguientes puntos de corte:

Retraso Mental leve............................ CI 69-50
Retraso Mental Moderado.................. CI 49-35
Retraso Mental Grave......................... CI 34-20
Retraso Mental Profundo.................... CI 20 a -

Retraso Mental Leve: 
Supone el 85% de todos los retrasados y son considerados como “educables”. En la mayoría de los casos no existe una etiología orgánica, debiéndose a factores constitucionales y socioculturales, por lo que suelen pasar inadvertidos en los primeros años de vida ya que su aspecto físico suele ser normal aunque puede haber algún tipo de retraso psicomotor. El retraso, se pone de relieve coincidiendo con la etapa escolar donde las exigencias son mayores. Tienen capacidad para desarrollar los hábitos básicos como alimentación, vestido, control esfínteres, etc., salvo que la familia haya tenido una actitud muy sobreprotectora y no haya fomentado dichos hábitos.
Pueden comunicarse haciendo uso del lenguaje tanto oralmente como por escrito, si bien, presentarán déficit específicos o problemas (dislalias) en alguna área que precisará de refuerzo. Con los adecuados soportes pueden llegar a la Formación Profesional o incluso a Secundaria.

En cuanto a aspectos de la personalidad suelen ser obstinados, tercos, muchas veces, como forma de reaccionar a su limitada capacidad de análisis y razonamiento. La voluntad puede ser escasa y pueden ser fácilmente manejables e influenciados por otras personas con pocos escrúpulos y, por tanto, inducidos a cometer actos hostiles.
Como se siente rechazado, con frecuencia prefieren relacionarse con los de menor edad a los que pueden dominar. Los de mejor nivel intelectual, al ser más conscientes de sus limitaciones, se sienten acomplejados, tristes y huraños.
En la vida adulta pueden manejarse con cierta independencia, trabajando en diferentes oficios con buen rendimiento en las tareas manuales.


 

Retraso Mental Moderado


Representan el 10%. La etiología suele ser orgánica por lo que presentan déficit somático y neurológico. A pesar de que muchos de ellos pueden presentar un aspecto físico “normal”, los diferentes déficit en el curso evolutivo se hacen patentes desde la infancia. En el origen se especula con anomalías genéticas y cromosómicas, encefalopatías, epilepsia y trastornos generalizados del desarrollo que comprenden el autismo y la psicosis infantil. Pueden llegar a adquirir hábitos elementales que les permitan cierta independencia pero deberán ser guiados en otras muchas facetas.
Respecto a su capacidad de comunicación puede ser variable y va desde un continuo donde pueden expresarse verbalmente y difícilmente por escrito a presentar serios problemas con deficiente pronunciación y ausencia total de la capacidad para escribir.
Su capacidad intelectual es intuitiva y practica. Pueden adquirir conocimientos pero se reducen a mecanismos simples. Memorizados, con escasa capacidad para comprender los significados y establecer relaciones entre los elementos aprendidos.
Pese a todo, son educables a través de programas educativos especiales, aunque siempre se mostrarán lentos y con limitaciones de base.
El carácter que predomina en estos niños es el de la hipercinesia con aparición frecuente de rabietas. Les gusta reclamar la atención del adulto y pueden utilizar cualquier método para conseguirlo. La afectividad es muy lábil con manifestaciones exageradas de sus sentimientos, pudiendo pasar de la búsqueda afectiva de un adulto a mostrar con él un comportamiento desobediente e incluso provocador y agresivo.




Retraso Mental Grave:



Suponen un 3-4%. La etiología en estos casos es claramente orgánica en su mayoría, semejante a la descrita en el Retraso Mental Moderado pero con mayor afectación en todas las áreas tanto somática, neurológica o sensorial, poniéndose de manifiesto un retraso general en el desarrollo desde los primeros momentos de vida.
Adquieren mecanismos motores elementales y el aprendizaje de hábitos de cuidado personal es muy lento y limitado, necesitando siempre ayuda y supervisión. Los que llegan a comunicarse verbalmente, lo hacen con pocas palabras o frases elementales con defectuosa pronunciación. Pueden adquirir algunos conocimientos simples y concretos de sus datos personales, familiares así como de objetos personales de uso habitual aunque estos contenidos pueden no ser persistentes debido a su dificultad para fijarlos en la memoria a largo plazo.
En la conducta destacan las crisis de cólera y agresividad por su falta de razonamiento, llegando a las autolesiones. Suelen ser frecuentes los trastornos de hábitos motores: chupeteo, balanceo, bruxismo, así como síntomas psicóticos: estereotipias, manierismos, ecolalia, etc.
Estos niños deben acudir a los Centros de Educación Especial donde pueden llegar a un nivel muy básico de aprendizaje pre-escolar.
En la vida adulta pueden adaptarse a la vida familiar y comunitaria, siempre de forma tutelada, pudiendo insertarse en programas laborales de terapia ocupacional en tareas muy simples.


Retraso Mental Profundo:


Representan tan sólo el 1 o 2% del total de los diagnosticados como retrasados. La etiología es siempre orgánica, produciendo graves alteraciones en todos los niveles con una importante afectación motriz.
Dentro de esta categoría, a veces, se solapan otros trastornos que pueden ser susceptibles de diagnóstico diferencial y en el que el Retraso mental profundo es uno de sus síntomas. Nos estamos refiriendo al Autismo atípico o a los diferentes síndromes genéticos que suelen cursar con Retraso Mental (Síndrome de X Frágil).                  
Hay autores que establecen diferencias entre dos tipos:
1- Tipo Vegetativo: Sólo existen reflejos primitivos correspondientes a la fase senso-motora. Tienen graves problemas y enfermedades somáticas. Siempre necesitará asistencia y cuidados médicos.
2- Tipo Adiestrable: Puede alcanzar algunas funciones elementales motóricas y viso-espaciales, no llegando a desarrollar el lenguaje pero pudiendo llegar a expresarse con algún grito o sonido o a comprender ordenes muy simples    

 



 

                   EVALUACION DEL RETARDO MENTAL:

Antes de efectuar la evaluación deberá procederse a recoger con detalle toda la historia evolutiva del niño con los diagnósticos médicos, si los hay, así como las circunstancias pasadas y presentes.

La aplicación de diferentes escalas para averiguar el nivel del desarrollo es importante en un primer momento. Dependiendo de la edad del niño podemos utilizar el Inventario de Desarrollo de Batelle (0 a 8 años), o las Escalas Brunet-Lezine (1 a 30 meses).
Otra forma de valorar el Retardo mental, es a través del dibujo. La Copia de Figuras Geométricas, nos proporciona una primera información para indicarnos su nivel mental.
Finalmente de los test de dibujo como el Test de Bender, prueba de coordinación visomotora pero muy sensible para detectar problemas de coordinación viso-espacial e incluso como indicador de la posible presencia de trastornos neurológicos o emocionales.

 EVALUACIÓN DE LA INTELIGENCIA:
Cuando se habla de evaluación de la inteligencia suele referirse a determinar el CI. Esto responde a los planteamientos clásicos, psicométricos. Dentro de estas pruebas se encuentra las escalas de David Wechsler. Se puede utilizar WPPSI en edad preescolar a partir de los 4 años y en edad escolar podemos utilizar el WISC-R, WISC IV  a partir de 6 a 17 años. Éstas nos van a proporcionar un valor de C.I muy fiable si la prueba se ha efectuado correctamente.
Las Matrices Progresivas de Raven escala especial a partir de 4 a 11 años, esta escala también se utiliza para evaluar la inteligencia.
El test de Dominós (D48) mide la inteligencia y la capacidad de abstracción a través de series lógicas construidas con fichas de dómino.
En niños con dificultades en la parte verbal, es importante complementar con pruebas meramente manipulativas o que estén libres de la influencia del lenguaje. Se pueden utilizar, por ejemplo, el Toni-2 que evalúa la inteligencia y está libre de la influencia verbal.

 EVALUACIÓN DE LAS HABILIDADES DE ADAPTACIÓN:
La Escala de Madurez Social Vineland (Doll, 1953) mide las habilidades de un sujeto para ocuparse de sus necesidades prácticas en áreas como autoayuda, autodirección, ocupación, comunicación, locomoción y socialización. Se puede utilizar con sujetos deficientes y no deficientes con edades comprendidas desde 0 a 25 años.
La Escala de Conducta Adaptativa de la AAMD se utiliza con sujetos institucionalizados que presentan deficiencia mental, problemas emocionales y retardo en el desarrollo, de edades entre los 3 y los 69 años. Mide las habilidades básicas de supervivencia y las conductas desadaptadas. Es útil para describir la conducta de la vida diaria de los sujetos y su adaptación social e interpersonal, pero se encuentra limitada a sujetos institucionalizados.
Ambas versiones sirven no solo para evaluar y diagnosticar al sujeto, sino también para desarrollar planes educativos.

EVALUACIÓN ECOLÓGICO-COMPORTAMENTAL

La evaluación ecológico-comportamental, es un análisis exhaustivo de lo que le rodea, dedicado en principio para los alumnos de centros especiales, pero teniendo en cuenta la tendencia actual a la integración consideramos conveniente incluirlo como algo que el maestro ordinario debe conocer.
Los individuos con necesidades de apoyo de tipo extenso y generalizado son aquellos que presentan un grado mayor de deficiencias en distintas áreas de adaptación social junta a mayores problemas de comportamiento. En la actualidad muchos de estos alumnos reciben atención segregada en centros específicos, aunque se está trabajando por una cada vez mayor integración.
Se trata de un proceso en tres fases interrelacionadas. Cada una de ellas requerirá distintos tipos de información del estudiante y de otras personas significativas de su entorno, dentro de un proceso dinámico y flexible abierto a la revisión y mejora.
Fase 1: Evaluación
Su objetivo es identificar aquellas tareas desarrolladas normalmente por los individuos con discapacidades severas aún no ha conseguido dominar

DESCRIPCIÓN DE LAS HABILIDADES ADAPTATIVAS

1. Comunicación:
Habilidades que incluyen la capacidad de comprender y transmitir información a través de comportamientos simbólicos (por eje. palabra hablada, palabra escrita/ortografía, símbolos gráficos, lenguaje de signos) o comportamientos no simbólicos (por eje., expresión facial, movimiento corporal, tocar, gestos). La capacidad de comprender o de recibir un consejo, una emoción, una felicitación, un comentario, una protesta o un rechazo.
2. Auto-cuidado:
Habilidades implicadas en el aseo, alimentación , vestido, higiene y apariencia física.
3. Vida de hogar:
Cidado del hogar, preparación de comidas, planificación y elaboración de la lista de compras, seguridad en el hogar, planificación diaria, la orientación , el comportamiento en el hogar y en el vecindario, comunicación de preferencias, interacción social, aplicación de habilidades académicas funcionales en el hogar.
4. Habilidades sociales:
Relacionadas con intercambios sociales con otros individuos, incluyendo el iniciar, mantener y finalizar una interacción con otros, reconocer sentimientos, regular el comportamiento de uno mismo, ser conciente de la existencia de iguales y aceptación de éstos, nivel de colaboración, hacer y mantener amistades, afrontar las demandas de otros, entender el significado de la honestidad, autocontrol de impulsos, adecuar la conducta a las normas, respetar normas y leyes, mostrar un comportamiento socio sexual apropiado.
5. Utilización de la comunidad:
Habilidades relacionadas con una adecuada utilización de los recursos de la comunidad incluyendo: el transporte, comprar en tiendas, grandes almacenes y supermercados, utilización de otros servicios de la comunidad (por eje. bombas de gasolina, tiendas de reparación, consultas médicas), teatro, cine y visitar otros lugares y eventos culturales. El comportamiento en la comunidad, comunicación de preferencias y necesidades, interacción social, aplicación de habilidades académicas funcionales.
6. Autodirección:
Habilidades relacionadas con realizar elecciones, aprender a seguir un horario, iniciar actividades adecuadas a los lugares sus condiciones, respetando horarios e intereses personales. Completar las tareas necesarias o requeridas, buscar ayuda en casos necesarios, resolver problemas en situaciones familiares y en situaciones novedosas, demostrar acertividad adecuada y habilidades de autodefensa.
7. Salud y seguridad:
Habilidades relacionadas con el mantenimiento de la salud, tales como: alimentación , hábitos de higiene personal y del medio, identificar síntomas de enfermedad, tratamiento y prevención de accidentes, utilización de primeros auxilios, uso responsable de su sexualidad, consideraciones básicas sobre seguridad (por eje. seguir las reglas y leyes, utilizar el cinturón de seguridad, cruzar las calles, interactuar con extraños, buscar ayuda), asistir a chequeos médicos regulares, protegerse de comportamientos criminales, comunicar preferencias y necesidades, participar en interacciones sociales y aplicar habilidades académicas funcionales.
8. Académicas funcionales:


Habilidades cognitivas y habilidades relacionadas con aprendizajes escolares, que tienen además una aplicación directa en la vida. Por ejemplo: escribir, leer, utilizar de un modo práctico los conceptos matemáticos básicos, conceptos básicos de ciencias y todo aquello relacionado con el conocimiento del entorno físico y la propia salud y sexualidad, geografía y estudios sociales.
Es importante destacar que esta área no se centra en los logros correspondientes a un determinado nivel académicos, sino, más bien, en la adquisición de habilidades académicas funcionales que le permitan al individuo términos de vida independiente.
9. Ocio y tiempo libre:
Hace referencia al desarrollo de intereses variados de tiempo libre y ocio (por eje. entretenimiento individual y con otros), reflejar las preferencias y elecciones personales, utilización y disfrute de las posibilidades de ocio del hogar y de la comunidad, participación de las actividades recreativas individuales y grupales, respetar turnos de participación, aumentar el repertorio de intereses, aumento de conocimientos y habilidades. Comportarse adecuadamente en lugares de ocio y tiempo libre, aplicar habilidades funcionales académicas, exhibir habilidades de movilidad.

10. Trabajo:
Habilidades relacionadas con poseer un trabajo a tiempo completo o parcial en la comunidad, comportamiento social apropiado y habilidades relacionadas con el desenvolvimiento del trabajo (por ejemplo, finalizar las tareas, conocimiento de los horarios, habilidades para buscar ayuda, recibir críticas y mejorar habilidades; manejo del dinero, localización de recursos financieros y aplicación de otras habilidades académicas funcionales, habilidades relacionadas con el ir y volver del trabajo, prepararse para el trabajo, manejo de uno mismo mientras esté en el trabajo, interacción con los compañeros.



FASE 2: Desarrollo de un currículo funcional
Es tarea del profesor de educación especial el coordinar e integrar toda la información recogida por los distintos profesionales. Dado que los servicios educativos son prioritarios durante el entrenamiento del estudiante, se recomienda que el profesor utilice la información obtenida en el inventario ecológico como esquema para identificar los objetivos prioritarios de intervención y para coordinar la prestación de servicios. Una estrecha y continua consulta entre los distintos profesionales implicados en el proceso de desarrollo del currículo permitirá la integración de metas y objetivos comunes a lo largo de todos los servicios.
Deben tomarse decisiones acerca de que habilidades enseñar primero. La regla principal es seleccionar para su instrucción inmediata aquellas habilidades que el alumno requiera con mayor frecuencia para funcionar de modo más independiente en un entorno lo menos restrictivo posible. Las habilidades consideradas como críticas para acceder a ambientes futuros o cruciales para la salud o seguridad del alumno suelen ser las de mayor prioridad para su instrucción.

FASE 3: Análisis de la conducta
Antes de desarrollar objetivos educativos para establecer objetivos a corto y largo plazo se ha de recoger información detallada acerca de los comportamientos específicos encontrados. Así, cuando los objetivos incluyan la adquisición de nuevas conductas, se deben realizar análisis de tareas para convertir los objetivos a corto plazo en objetivos comportamentales durante la instrucción. La mayoría de los objetivos a corto plazo se centrarán en la adquisición de nuevas habilidades o en la generalización de habilidades existentes y algunas estarán relacionadas con la reducción de comportamientos excesivos desadaptados o dañinos. En estos últimos casos es esencial un análisis funcional. Se supone así que la conducta observada es una función de variables específicas existentes en el entorno. El análisis funcional facilitará el desarrollo de estrategias de intervención permitiendo un cuidadoso examen del entorno físico y social que rodea a la conducta de interés.


Para analizar la conducta de un sujeto se analizará como éste desarrolla diversas tareas. Para esto se realizará un análisis de tareas individualizadas que tome en consideración las habilidades y limitaciones del sujeto y se desglosarán las tareas en los pasos que los componen. Para este análisis habrá que identificar una a una las habilidades funcionales que supongan un objetivo educativo, definirla y describir el lugar y materiales más apropiados para la ejecución natural de dichas habilidades y por ultimo desarrollar las tareas tal y como éstas se llevan a cabo en el lugar seleccionado, utilizando los materiales elegidos y observando a personas que muestren destreza en la ejecución de las mismas.
El objetivo final es lograr que el estudiante utilice las habilidades necesarias en el entorno natural y las generalice. Por ello y teniendo en cuenta que quizá la instrucción es difícil de llevar a cabo en entornos naturales, habrá que evaluar directa y regularmente los resultados, y si no se observa una adecuada generalización se debe proporcionar instrucción adicional en entornos naturales.


EVALUACIÓN PSICOLÓGICA-EMOCIONAL:
Las personas con retraso mental son tan vulnerables a problemas de conducta y emocionales como el resto de las personas, pero estas dificultades apenas se han estudiado de manera sistemática y su tratamiento siempre se ha considerado de escasa prioridad en psicología y psiquiatría. La escasez de estudios existentes puede explicarse por la falta de atención que se ha concedido desde siempre a la psicopatología infantil, y por la dificultad de efectuar un diagnóstico diferencial preciso, habiéndose concentrado los esfuerzos en el funcionamiento intelectual y adaptativo.
El concepto conocido como "eclipse diagnóstico" ha dado cuenta de la falta de diferenciación entre los dos diagnósticos. Se trata de aquellos casos en que la presencia de retraso mental oculta la importancia diagnóstica de una alteración mental colateral. En otros casos, puede deberse a un intento de evitar una futura estigmatización social al añadir un diagnóstico psiquiátrico a personas diagnosticadas de retraso mental. El diagnóstico exclusivo del retraso mental puede estar oscureciendo otras patologías que le acompañan. El diagnóstico dual o múltiple en el retraso mental no es tan infrecuente como parece. En la mayor parte de los textos de psicopatología infantil se tiende a confundir retraso mental y psicopatología.

La confusión entre ambos términos puede deberse a que: 1. El retraso mental es considerado como una forma de patología; 2. Falta un reconocimiento por parte de los psicólogos clínicos y los psiquiatras infantiles de que los niños y jóvenes con retraso mental deberían recibir una atención considerable por parte de la comunidad de salud mental; 3. Dificultad de tratar a las personas con ambos diagnósticos.


4. EVALUACION:

La evaluación tiene como objetivo determinar si existe psicopatología o problemas psicológicos así como para identificar y descubrir la naturaleza del problema. El procedimiento más utilizado para establecer un diagnóstico diferencial es la entrevista.
La mayor parte de los procedimientos de evaluación se han desarrollado para su utilización con adultos de inteligencia normal. Cuando se evalúa a personas con retraso mental es necesario realizar modificaciones de los procedimientos y las instrucciones ya que la falta de desarrollo cognitivo puede provocar una incapacidad para comprender conceptos abstractos, procesos complicados de información o retener contenidos. También, la medicación, en su caso, puede alterar la conducta, la atención y la concentración, y la presencia de múltiples discapacidades físicas puede contribuir al desarrollo de problemas psicológicos, así como influir en el propio proceso de evaluación.


5. LA EVALUACIÓN DEL RETRASO MENTAL SEGÚN LA AAMR 

a) El enfoque multidimensional:

La nueva definición está basada en un enfoque multidimensional que pretende ampliar la conceptualización del retraso mental, evitara la confianza excesiva depositada en el CI como criterio para asignar un nivel de retraso mental. Pretende relacionar las necesidades individuales del sujeto con los niveles de apoyo apropiados. También, describir los cambios que se producen a lo largo del tiempo y evaluar las respuestas del individuo a las demandas presentes, a los cambios del entorno y a las intervenciones educativas y terapéuticas.

Para ello establece cuatro dimensiones diferentes de evaluación:
·         Dimensión I: Funcionamiento intelectual y habilidades adaptativas.
·         Dimensión II: Consideraciones psicológicas/emocionales.
·         Dimensión III: Consideraciones físicas/salud/etiológicas.
·         Dimensión IV: Consideraciones ambientales.




     El nivel de retraso debe ser determinado por un profesional cualificado que examinara la inteligencia conceptual del individuo. En algunos casos puede ser necesaria una evaluación interdisciplinar. 
El criterio para determinar la existencia de una limitación intelectual significativa es la obtención de una puntuación en rendimiento en inteligencia conceptual de alrededor de dos o más desviaciones típicas por debajo de la media. Esto supone una puntuación típica de aproximadamente 75-70 o inferior, basándose en escalas con una media de 100 y una desviación típica de 15. Si las medidas estandarizadas no son pertinentes al caso (por ejemplo, por razones de diversidad cultural), se debe recurrir al juicio clínico. En este caso, una limitación significativa supone un rendimiento inferior al alcanzado por aproximadamente el 97% de las personas de su grupo de referencia (en términos de edad y ambiente cultural).
Los tests de inteligencia constituyen tan sólo una parte de todo el proceso de evaluación de la inteligencia, por ello es necesario servirse de otros medios de evaluación y utilizar el juicio clínico para determinar si una puntuación de CI dada es válida o no para un determinado individuo. Dado que el funcionamiento del individuo en situaciones de la vida diaria debe ser consistente con el rendimiento obtenido en medidas estandarizadas, si no se observa esta congruencia debe ponerse en tela de juicio la validez de las medidas obtenidas a través de los tests.
Además, es necesario tener en cuenta que un CI de 70 no constituye una puntuación precisa sino un margen de confianza basado en parámetros de, al menos, un error estándar, esto equivale a puntuaciones entre 66 y 74 (probabilidad de 2/3), o parámetros de dos errores estándar, esto es, puntuaciones entre 62 y 78 (probabilidad de un 95/100). Este hecho debe estar presente en todo diagnóstico de retraso mental.


VI.3.2. Dimensión II: Consideraciones psicológicas y emocionales

Una importante minoría de las personas con retraso mental puede requerir algún tipo de servicios de salud mental. La coexistencia de retraso y de enfermedad mental en un mismo individuo constituye un reto tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. Entre un 20 y un 35% de personas no institucionalizadas con retraso mental suele ser diagnosticada además como enfermo mental. Esto se ha tratado en el punto V. En cuanto a la planificación de servicios, una de las principales necesidades, tanto para personas con retraso mental como con algún tipo de enfermedad mental, es la implantación de programas que incrementen la independencia/interdependencia, productividad, e integración comunitaria. Además, unos servicios de habilitación adecuados deben incluir, tanto un apoyo médico o farmacológico como un apoyo comportamental. Con relación a los apoyos psicofarmacológicos tener en cuenta la falta de estudios rigurosos que provoca una desigualdad de opiniones respecto a su conveniencia.



VI.3.3. Dimensión III: Consideraciones físicas, de salud y etiológicas
Les personas con retraso mental pueden presentar los mismos problemas de salud que las personas sin retraso mental. Sin embargo sus efectos pueden ser diferentes debido a sus limitadas capacidades para afrontarlos ya que podrían no entender las necesidades de tratamiento, presentar dificultad de comunicación, interpretación inadecuada de los síntomas, presentar problemas múltiples o alteraciones previas al retraso mental. Estos problemas deberán ser conocidos por el examinador, así como el tratamiento que se le está proporcionando.
Cada diagnóstico deberá ser listado por separado, utilizando códigos estandarizados tales como la Clasificación Internacional de las enfermedades (ICD) o la Terminología de Procedimientos habituales (CPT), para su codificación. Si no existen problemas de salud o si existen potencialidades especialmente desarrolladas se indicaran estas circunstancias.







CONCLUSIONES:


A) El retardo mental presenta deficiencias en la conducta adaptativa. Se manifiesta antes de los diecisiete años y las causas pueden ser de origen biológico o psicosocial
B) El entrenamiento y la educación especial pueden comenzar desde la lactancia, lo cual incluye destrezas sociales para ayudar a la persona a desempeñarse de la manera más normal posible. Es importante que un psicólogo especialista evalúe otros trastornos afectivos en la persona y les brinde tratamiento
C) Es importante el ambiente sociocultural en el que el sujeto se desarrolla, porque puede influir en el ambiente psicosocial (comunidad local, y factores específicos étnicos, culturales o religiosos) los que pueden afectar las experiencias y contactos con su medio. La evaluación del ambiente psicosocial, puede no entregar ninguna información sobre los factores causales en algún caso en particular, pero los factores psicosociales pueden ser contribuyentes.

D) La evaluación adecuada del individuo con Retardo Mental debe incluir la anamnesis del familiar acompañante y la observación del sujeto en su ambiente habitual; por que así nos permitirá descubrir lo que le sucede al sujeto cuando sube o baja una escalera, corre una pelota en el patio o cruza la calle.














REFERENCIAS:



·      “Psicología clínica infantil y juvenil”,  psicólogo clínico infantil Sergí Bonus (Catalunya-España), publicado el 19 de Abril del 2012, sitio web: http://www.psicodiagnosis.es/areaclinica/trastornossocialesintelectuales/elretrasomental/index.php
·      “ICAP(Inventario para la Planificación de Servicios y Programación Individual)”, José Cruz, publicado el 6 de noviembre del 2011, sitio web: http://materialpsicologico.blogspot.com/2009/04/icap-inventario-para-la-planificacion.html
·       “Retraso mental”, Psicoactiva, sitio web: http://www.psicoactiva.com/infantil/retraso.htm
·      “Retraso mental”, Saludia Interactiva, publicado el 4 de julio del 2003, sitio web: http://www.saludalia.com/docs/Salud/web_saludalia/temas_de_salud/doc/pediatria/doc/doc_retraso_mental1.htm
·      “Psicología Anormal”, de Irwin G. Sarason y Bárbara R. Sarason, sétima edición, 1996, páginas del 511 al 514.
·      “Guía de bolsillo de los trastornos mentales CIE-10”, Organización Mundial de la Salud, primera edición, 2004, páginas 184 al 186.








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